jueves, 5 de marzo de 2009

¿Qué?

Ahora estoy sentado en un sofá, abrigado, con un ordenador delante y tomándome una fanta de naranja, también tengo un plato de comida caliente, pero esta mañana… esta mañana me desperté casi desnudo en mitad de la calle, tenia frío, mucho frío además un perro me estaba oliendo la cara con su hocico frio. Fue una sensación bastante desagradable.

Me desperté sin saber muy bien donde estaba, ni porque estaba sin camiseta ni chaquetón, a pesar de que era octubre, me toque los bolsillos del pantalón y no había nada, tampoco tenía mi mochila, en la que llevo prácticamente mi vida diaria. Debe ser que alguien me habrá robado, pero, ¿quién querría robarme a mí? No sé. Me senté rápidamente por el mareo y el frio no ayudo mucho. La gente que pasaba delante de mi me miraba como si fuera escoria. Realmente no sabía que pasaba, no recordaba nada del día anterior, estaba bastante asustado. Estuve allí aproximadamente durante media hora hasta que una persona mayor me dio una manta, cuando entre en calor me levante y vagué un rato por las calles. Al cabo de un buen rato alguien me pregunto si tenía hambre, había mucha gente y me dijo que me pusiera en la cola para desayunar, yo estaba bastante aturdido aun por el mareo y la fatiga, así que sin mediar palabra hice lo que me dijo y esperé.

Después de desayunar me encontraba mejor, pero aun no conseguía recordar nada. En el lugar donde desayune me dieron una camiseta y una sudadera, me quedaba un poco grande, pero no tenían de mi talla – ¿qué se le va a hacer? –. Bueno, estuve paseando por la playa, intentado reconstruir los pasos que di antes de quedarme dormido, pero no conseguía nada, solo tenía un par de pistas, una botella de vino y un reloj Casio de esos de cuando eres pequeño -¿qué podría significar?, yo que se-.

Pasaron unas horas hasta que volví a encontrarme mal de nuevo, tenía mucha hambre y una sensación extraña, como si necesitar algo para no sentirme tan mal, pero no sabía que necesitaba, cada vez estaba peor hasta que caí al suelo, por suerte estaba la policía cerca y llamo a una ambulancia que me llevo al hospital, allí me atendieron muy bien, me administraron algo que me ayudo a recuperarme –quizás me conocían –. Fueron muy amables, pidieron un taxi y me llevaron a una casa y empecé a recordar algo, cuando abrí la puerta vi caras familiares… – ¡eran mis padres! – . Ellos estaban muy asustados, tampoco sabían que me había pasado, porque había estado tanto tiempo fuera sin saber nada de mí. También estaban en mi casa mis amigos y nos explicaron a todos que había ocurrido -¿puede que alguien le haya contado a mis amigos que me a ocurrido?, seguro que se han preocupado por mi –.

Lo cierto es que el alcohol, el “M”, algunas setas y un par de dosis de tranquilizante de caballo sirven para confundir a la gente y que al final no sepan lo que ha pasado, ni lo que han leído… Yonkis que sois todos unos yonkis!!

2 comentarios:

  1. Muy bueno, sí señor. Intrigante y sorprendente, jejeje. Reconozco en el texto ciertos lugares conocidos...

    Sigue así y haz que este espacio pequeñito de la enorme red se llene de historias y de lectores.

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  2. Pues fijate que a mi me ha pasado algo parecido una vez, sin M, sin setas, ninada de drogas ilegales...fue una vez que me jinque casi entera una botella de Anis del Mono jajaja ¡eso si que es droga! un saludo y gracias por visitarme, estare atento a tus entradas

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Han abierto la caja.